El estilo personal de gobernar de Andrés Manuel López Obrador difiere enormidades del estilo de gobierno de los presidentes que le precedieron, en fondo y forma. En muchos aspectos. La austeridad es lo primero que sale a relucir. No se puede tener un pueblo pobre y un gobierno rico, ha sido la proclama del presidente.
Mientras que Enrique Peña Nieto compraba sus trajes en una prestigiada casa de modas de Nueva York, con cargo al erario desde luego, López Obrador los manda hacer con un sastre amigo en el Estado de México. El de Peña costaba cinco mil dólares, el de AMLO 1,500 pesos.
Mientras los presidentes anteriores, cuando menos los tres anteriores, viajaban a encuentros y reuniones en varias partes del mundo, acompañados de una gran comitiva, López Obrador no lo hace. Viaja cuando realmente es necesario, como lo hizo a Washington. Cada viaje de sus antecesores costaba millones de pesos. Con López Obrador, nada.
Mientras Felipe Calderón compró un avión en cientos de millones de dólares, que usó Peña Nieto para sus viajes, López Obrador lo quiere vender. El problema es que nadie lo quiere comprar. López Obrador viaja en líneas aéreas comerciales. Los secretarios de estado y principales funcionarios usaban aviones, avionetas, helicópteros para viajar, muchas veces en asuntos personales, el gobierno de López ha vendido todos esos aparatos.
Mientras los funcionarios importantes de gobiernos anteriores, incluido el presidente, ganaban sueldos estratosféricos, además de viáticos, choferes y autos, vestuario, comidas en lujosos restaurantes, vacaciones en el extranjero, los funcionarios del gobierno de López Obrador se han rebajado el sueldo a la mitad y han prescindido de todo eso. Incluso el Presidente mismo.
Una de las principales características del gobierno de López Obrador es la austeridad. Nada de lujos. Nada de excesos, nada de veleidosos, sangrones. Es un gobierno al servicio del pueblo.